El plan de gobierno de Jacobo Árbenz y la industrialización del país. 1951-1954
Necely Lorena Miguel Coronado
El proceso de “modernización” de Guatemala ha estado condicionado a intereses particulares y de una manera muy particular. Fue en el periodo 1951-1954 que se emprendió desde el Estado un plan de gobierno destinado buscar el desarrollo del país.
En este artículo se analiza de una manera breve los proyectos de carretera al Atlántico, Puerto Santo Tomás y la hidroeléctrica Nacional de Jurún Marinalá de manera conjunta con las políticas económicas y sociales emprendidas pretendían fomentar el desarrollo industrial de Guatemala.
Palabras Clave: Guatemala, Jacobo Arbenz, carretera al Atlántico, hidroeléctrica, modernización, desarrollo, Revolución de Octubre.
Mensaje del Dr. Arévalo al Pueblo de Guatemala (con motivo de la revolución del 20 de octubre de 1944)
Dirigida Desde los Micrófonos de La Voz de Guatemala
Por medio dalos micrófonos de La Voz de Guatemala, se dio a conocer anoche al pueblo guatemalteco, el seguido mensaje dirigido por el doctor Juan José Arévalo, candidato a la presidencia de la república por los partidos PPL y RN. La lectura estuvo a cargo del bachiller José Manuel Fortuny. Helo aquí:
Hombres, y mujeres de Guatemala:
La nueva Guatemala que todos soñábamos ha empezado. El corazón templado de nuestra juventud militar ha precipitado los acontecimientos. Los civiles habíamos cumplido nuestra etapa al crear en el país, con nuestra prédica periodística y oratoria, el clima revolucionario El 16 de octubre los partidos independientes acordaron el «pacto político», denunciando así ante la conciencia nacional la imposibilidad de seguir adelante en una comedia electoral. Fue un gesto revolucionario, pero lírico. el 18 de octubre los estudiantes universitarios y los maestros se lanzaban a la huelga, acudiendo a la inacción para combatir al gobierno prepotente.
El 20 a la madrugada, la juventud militar de Guatemala, dolorida como los civiles por los ultrajes inferidos a la república, asestó el golpe definitivo a los Césares del fraude y la violencia.
El pueblo de la Ciudad capital se sumó inmediatamente al movimiento, pues tenía a su disposición las armas que hasta entonces le habían faltado. El pueblo civil no podía solos a nuestros militares, que coincidían con nosotros en una misma angustia cívica, en una misma desesperación política.
No faltaron las exaltaciones populares al invadir casas deshabitadas y destrozar muebles. Todo esto es lamentable, pero inevitable. Podemos, sin embargo, enorgullecernos de que no se ha cometido un solo ultraje en las personas de los actores y cómplices de la tiranía. El desahogo de la ira popular, ha tenido como única finalidad destrozar bienes materiales adquiridos fuera de la ley y qué en realidad de verdad le pertenecen al pueblo.
Afortunadamente, hasta ese desahogo ha terminado ya. Los espíritus están ahora gozando en el reposo de un gobierno juvenil, integrado por dos militares y un civil de un patriotismo a toda prueba. Es un gobierno revolucionario, llamado por eso a colocar las cosas en su sitio a devolver al pueblo lo suyo, a instaurar la democracia que no hemos tenido nunca, a limpiar, la república de toda maleza que la ha asfixiado hasta hace pocos días. Es un gobierno revolucionario, llamado a reajustar el organismo político y a restaurar la fe que los guatemaltecos habíamos perdido.
Lo que ha ocurrido en Guatemala no es un golpe de Estado: es algo más profundo y algo más benéfico: es una revolución. No se trata simplemente, de echar unos hombres para substituirlos por otros. Se trata de transformar las bases sobre que descansaba el corrompido orden político del ubiquismo. Es una revolución que irá a las raíces del sistema político y no se quedará en la superficie de los escritorios. En una palabra: es una revolución llamada a lavar, a purificar nuestro sistema de vida pública, para tranquilidad de todos y para honor de Guatemala.
Nuestro primer deber ante una tarea tan grande es el aplauso. Los partidos políticos independientes -los que nos enfrentamos sin posturas ambiguas ante el gobierno de Ponce— ya le dimos a la revolución ese aplauso. Es el aplauso de la admiración y de la gratitud. Ellos han hecho lo que los partidos políticos solos no hubiéramos logrado nunca. Por gratitud al beneficio y por admiración ante el heroísmo, los hemos aplaudido.
Pero además estamos dispuestos a apoyarlos en todo lo que un partido político puede constituir apoyo. Es decir: ofrecemos al nuevo gobierno el concurso de nuestros hombres para consolidar la revolución y le ofrecemos nuestra fe en que devolverán al pueblo las garantías que se le estafaron siempre. Los primeros manifiestos de la revolución nos han confirmado en esta posición de fe. Tenemos fe en que todo lo que hagan será para honor de Guatemala y para felicidad del pueblo más sufrido de la tierra.
La única vez que he hablado con los integrantes de la Junta revolucionaria me han dicho: diga usted a nuestro pueblo qué daremos elecciones libres, rigurosamente libres, como nunca las ha habido en Guatemala; pero pídales en nuestro nombre dos cosas: serenidad invariable y orden constante.
En efecto: la hora de las exaltaciones ha terminado. La revolución entra en su período constructivo, y tenemos que contribuir a consolidarla. Los problemas que se presentan ante el despacho de los hombres de la junta, son numerosos y muy graves. Tengamos la sensatez de no exigir que todo lo resuelvan en tres días. Todo llegará a su hora. En estos días antes se atienden las cuestiones básicas. Dejémoslos en paz para que estas cuestiones básicas sean bien resueltas. Y, sobre todo, no oigamos la palabra interesada de los caídos, que pretenden crear una atmósfera de intranquilidad y de escepticismo ante el nuevo gobierno.
La Junta revolucionaria está perfectamente consolidada porque a las armas del ejército, ahora en su poder, se suma como una alianza indisoluble la simpatía popular, la fe popular, la resolución popular de acompañarla y de fortalecerla.
El arevalismo es, desde julio, un elemento genuinamente popular. Ha constituido un fermento cívico en la república, que por dignidad política eligió el camino de la oposición a la dictadura. Naturalmente, esta fuerza política de oposición al régimen caído tiene que aplaudir y poner toda su fe en el nuevo gobierno. Somos elementos constructivos y no disociadores, y sólo adoptamos posturas defensivas o revolucionarias cuando nos ha tocado enfrentarnos con hombres sin escrúpulos.
En síntesis: el deber de todos los guatemaltecos en este momento es colaborar con el nuevo gobierno para mantener el orden en toda la república, e invito a mis, amigos de los departamentos a, que se pongan en contacto con las nuevas autoridades departamentales que designe la Junta revolucionaria. Toda colaboración que se les preste constituirá una contribución a la implantación de la democracia en Guatemala, tantas veces soñada y exigida por nosotros.
JUAN JOSE AREVALO
Este discurso fue escrito por Manuel Fortuny (secretario del Presidente y encargado de elaborar sus discursos), y leído por el presidente Arbenz el 27 de junio de 1954, al ser prácticamente derrocado por un golpe de Estado encabezado por el Coronel Carlos Castillo Armas, y con el apoyo militar y financiero de EE.UU.
Todos sabemos cómo han bombardeo y ametrallado ciudades, inmolado a mujeres, niños, ancianos y elementos civiles indefensos.
Todos conocemos la saña con la que han asesinado a los representantes de los trabajadores y de los campesinos en las poblaciones que han ocupado, especialmente en Bananera, donde hicieron una expedición punitiva contra los representantes de los trabajadores. Lo de Bananera fue un acto de de venganza de la frutera.
Nos hemos indignado ante los ataques cobardes de los aviadores mercenarios norteamericanos, que, sabiendo que Guatemala no cuenta con una fuerza aérea adecuada para rechazarlos, han tratado de sembrar el pánico en todo el país, han ametrallado y bombardeado a las Fuerzas Armadas que combaten en el oriente de la república, impidiendo sus operaciones, y hoy mismo han bombardeado y hundido a un barco mercante inglés que encargaba algodón en el puerto de San José.
¿En nombre de que hacen estas barbaridades? ¿Cuál es su bandera? Todos la conocemos también.
Han tomado pretexto al comunismo. La verdad es muy otra. La verdad hay que buscar en los intereses financieros de la compañía frutera y en los de los otros los monopolios norteamericanos que han invertido grandes capitales en América latina, temiendo que el ejemplo de Guatemala se propague a los hermanos países latinoamericanos.
El tiempo se encargado de demostrar que lo que ahora digo es verdad.
Sin embargo, ellos se aferran a sostener que comunismo internacional es el causante de lo que ocurre en Guatemala, y en nombre de ello es que tratan de ensangrentar aún más al país y de destruir nuestra economía.
Como mi gobierno ha sido acusado de ser de naturaleza comunista, sin que hayamos podido desvanecer que no lo es, aún cuando hemos empleado todos los medios para convencer a los elementos reaccionarios del mundo de que lo sostenido por los círculos gobernantes norteamericanos es una patraña, y cómo es esos círculos harán más despiadada la agresión contra Guatemala, he tomado una dolorosa y cruel determinación:
Después de meditarlo con una clara conciencia revolucionario, he tomado una decisión de enorme trascendencia para nuestra patria, en la esperanza de detener la agresión y devolverle la paz a Guatemala.
He determinado abandonar el poder y poner el mando del ejecutivo de la nación en manos de mi amigo el coronel Carlos Enrique Díaz, jefe de las Fuerzas Armadas de la república.
Yo he depositado mi confianza en el coronel Díaz, porque estoy seguro que él sabrá garantizar la democracia en Guatemala y de que todas las conquistas sociales de nuestro pueblo serán mantenidas. Es por ello que creo que las organizaciones políticas democráticas y todas las organizaciones populares deben prestarle su respaldo y apoyo. Así os lo pido en mi último acto como gobernante de Guatemala.
Yo fui electo popular y mayoritariamente por el pueblo de Guatemala, pero he tenido que luchan en condiciones sumamente difíciles. La verdad es que la soberanía de un pueblo no se mantiene si no tienen los elementos materiales para defenderla.
Luchamos hasta donde las condiciones lo permitieran, hasta un punto en que ir más allá, se perdería todo lo que hemos ganado desde 1944 ; al tomar esta actitud no pienso más que en el pueblo, y por ello he creído de mi deber contribuirá hasta el último instante a salvar mucho lo que conquistamos en los pasados años revolucionarios.
La situación militar del país no es difícil, ni mucho menos. El enemigo que comanda las bandas mercenarias extranjeras reclutadas por Castillo Armas, no sólo es débil, sino que es incapaz y cobarde; lo hemos comprobado en los pocos combates que libramos. El enemigo logró avanzar y tomar el departamento Chiquimula exclusivamente por los ataques de la aviación mercenaria. Estimó que nuestros Fuerzas Armadas no encontrarán mayor dificultad en derrotarlo y arrojarlo del país.
Me hice cargo de la presidencia de la república con gran fe en el régimen democrático, en la libertad y en que es posible conquistar la independencia económica y política de Guatemala. Mi programa se orientaba a conseguir plenamente esos objetivos; sigo creyendo que ese programa es justo, no se ha quebrantado mi fe en las libertades democráticas, en la independencia de Guatemala y en todo lo bueno que impulsa a la humanidad hacia el futuro.
Algún día serán vencidas las fuerzas oscurantistas que hoy oprimen al mundo a trazado y colonial. Seguiré siendo, a pesar de todo, un combatiente de la libertad y del progreso de mi patria.
Os digo adiós, amigos míos, con amargo dolor, pero manteniendo firmé mis convicciones; guardad lo que tanto ha costado. Diez años de lucha, de lágrimas, de sacrificios y de conquistas democráticas, son muchos años, como para contradecir a la historia. No me han acorralado los argumentos del enemigo, sino los medios materiales con lo que cuenta para la destrucción de Guatemala.
Yo os hable siempre de que lucharíamos costase lo que costase, pero ese costo desde luego no incluía la destrucción de nuestro país y la entrega de nuestra riquezas al extranjero, y eso podría ocurrir si no eliminamos el pretexto que ha enarbolando nuestro poderoso enemigo. Un gobierno distinto mío, pero inspirado siempre la revolución de octubre, es preferible a 20 años de tiranía fascistas y sangrienta bajo el poder de las bandas que ha traído Castillo armas al país.
No me resta sino agradecer profundamente la colaboración que me han prestado tantos buenos servidores de la nación. Los ministros de estado y los funcionarios y empleados públicos, en particular los servicios de la guardia civil y del ejército.
Desde el fondo del corazón agradezco el respaldo y el apoyo del partido acción revolucionaria, del partido de la Revolución guatemalteca, del partido renovación nacional, del partido guatemalteco del trabajo, y de las organizaciones populares que como la confederación general de trabajadores y la confederación nacional campesina, han defendido con tanta decisión los anhelos del pueblo de Guatemala.
Quizá piensen muchos que estoy cometiendo un error. En lo profundo de conciencia no lo creo así. Solamente un juicio histórico posterior podrá determinarlo.
Deseo que se mantengan las conquistas populares de octubre, que se restablezca la paz una vez hayan sido expulsados del país los invasores y que tenga éxito la gestión del gobierno que organice el coronel Carlos Enrique Díaz.
Con la satisfacción de quien cree que ha cumplido con su deber, con la fe en el porvenir yo digo:
¡Viva la revolución de octubre!
¡Viva Guatemala!
Fuentes:
Transcripción de audio del Discurso pronunciado por Jacobo Arbenz, y transmitido por TGW la Voz de Guatemala, radio oficial de Guatemala. El original se conservó en la radio pero no se sabe exactamente en qué año desapareció.
2 de Agosto de 1954
El 2 de Agosto de 1954, los Cadetes de la Escuela Politécnica se alzan en contra del ejercito de mercenarios que habían derrocado al gobierno de Jacobo Arbenz, el resultado fue la victoria rebelde, rendición del Ejército de Movimiento de Liberación Nacional y rendición de la junta militar. Estos fueron sitiando en los campos del Roosevelt en ciudad de Guatemala.
Al final la rendición de los rebeldes se dio por amenazas del embajador estadounidense de invadir Guatemala.
Cronología gobernante de Guatemala desde 1871 hasta la actualidad
El presente trabajo tiene como fin apoyar en las clases y contiene:
Nombre del gobernante, fecha del periodo, imagen, forma de llegar al poder y algunos datos importes.
DISCURSO DEL RECTOR DE LA UNIVERSIDAD AUTONOMA
Palabras del doctor Carlos Federico Mora al inaugurarse el nuevo régimen del alma mater.
publicado Lunes 4 de diciembre de 1944 Periódico El Imparcial
La autonomía de la Universidad de San Carlos de Guatemala que, a partir de hoy deja de ser pura aspiración o sueño inalcanzable para convertirse en un hecho, fue posible únicamente dentro de la feliz circunstancia de encontrarse Guatemala en pleno avance a través de un momento Revolucionario y autonomía vienen juntas en la corriente bien hechora que, surgiendo en las más apremiantes necesidades vitales de un país, sujeto por luengas décadas al agobio de tenaces fuerzas opresivas, se desato a mediados de este año y esta grabándose en su lecho en la conciencia nacional. Expresan ambas una tendencia que pugna por manifestarse más desde hace cien años sin encontrar apoyo e informan fervientes anhelos de todos los patriotas, defraudados una y otra vez en sus ambiciones mejores. Pero sobre todo anuncia como los primeros estremecimientos de una gran conmoción social, el arribo de esa marejada gigantesca que asegura en el mundo entero, con ímpetu catastrófico, el tránsito de una edad a otra.
Pura perogrullada decir que nuestra revolución y nuestra autonomía se hallan apenas en su etapa inicial, ensayando los primeros pasos de una marcha sin fin. Pero esa perogrullada hay que asentarla, para situarse en la propia realidad y desde ahí tantear el futuro y darse cuenta de que todavía no es presente ni está en poder de nadie. El movimiento armado del 20 de octubre no es, por supuesto, la revolución sino su arranque. Rompió la barrera que contenía las ansias populares y la rompió a cañonazos porque o hubo otra manera de efectuar esa obra de ingeniería política: pero abrir paso a las casias populares no es llevarlas hasta su satisfacción, ni siquiera a través del rumbo hasta allí no llega la virtud de la pólvora. Comprendiendo esto, la Junta Revolucionaria de gobierno se está empeñando por dar comienzo de una vez y antes de que se agote la pública efervescencia renovadora, y a los trabajos de capacitación y orientación de todas fuerzas vivas puestas en libertad, para afirmar con ellas la revolución. El decreto de autonomía universitaria debe ser visto como uno de los actos más trascendentales en ese esfuerzo, ya que esta autonomía, no es sino la revolución misma, si no es también poco un factor revolucionario para el futuro inmediato o próximo –(dada la relativa lentitud con que acciona)- sí es el medio mejor y más seguro para alcanzar la culminación de esas conquistas, positivas y de largo aliento que, de no malograrse este movimiento como se han malogrado otros semejantes en nuestra vida pretérita, implicarán la consumación triunfadora de nuestra etapa decisiva en el devenir nacional.
Ahora bien: la única manera como esta universidad puede poner eficazmente su autonomía al servicio de la nueva era revolucionaria, es estructurándose de tal modo que el cumplimiento de esa misión le sea dable e incorporándose, sin vacilaciones, sin reticencias, a la ofensiva en marcha. Permanecer al margen de ella, amurallándose en modos de vivir arcaicos y anacrónicos; encaramarse al balcón de los letrados a ver como discurre la vida del pueblo guatemalteco y sin mostrar, incluso, curiosidad ni interés, sería, sencillamente criminal. Obstinarse con el ser refugio de un menguado grupo de técnicos y aprendices de técnico que laboren por sí mismos y para la ciencia pura, inutilizados en su espléndido aislamiento, seria no menos criminal. Copiar la organización de universidades extranjeras que prosperan para su exclusivo bien en comarcas felices en donde abundan las agencias llamadas a movilizar las grandes masas no universitaria de tal modo que la universidad pueda contribuir al beneficio colectivo sin necesidad de abandonar sus fines exclusivamente culturales, también sería criminal. La única orientación leal, legitima y razonable que podemos imprimirle a nuestra universidad autónoma es la de un nacionalismo puro e intrépido.
Pero no pensamos en nacionalismo excluyente, xenófobo o de ridícula e infundada arrogancia. ¿De dónde extraeríamos material para sustentarlo? – Y aunque lo tuviéramos ¿Qué podría construirse con él? –No el nacionalismo que invocamos como norte y guía de la universidad autónoma no habrá de tener sino dos características, de verdad fecundas: la de estar al servicio directo, resuelto, afanoso, de los intereses patrios, dentro de la tendencia revolucionaria que es redentora y regeneradoras, y la de consagrarse a descubrir, depurar, afirmar y exaltar los valores genuinamente guatemaltecos, forjando así la conciencia de nuestra nacionalidad, pero sin oponernos a otros valores extraños, sino sumándoselos, con la satisfacción de dar lo propio para colaborar con el bien de todos los hombres. ¿Y por qué no? ¿Puede arrastrarnos en el complejo de minusvalía nacional hasta el extremo de no poder imaginar siquiera algo de lo nuestro puede salvar las fronteras patrias para ir a conducirse con el patrimonio cultural del mundo?
El nacionalismo fomentado por nuestra universidad autónoma no habrá de ser tampoco el que tolere las tremendas incongruencias e incalificables anomalías de que está plagado nuestro ambiente social. Muy por el contrario, debe lanzarse acometedor, contra ellas, en eso estriba, por sobre cualquier cambio accidental el triunfo de la revolución y su objetivo máximo.
Demos nuestro ejemplo de esas incongruencias algunas como éstas: por un lado tres millones de indios, cautivos de su ignorancia, víctimas de sus vicios, feudatarios de sus opresores, corroídos por todas la miserias, y por el otro una exigua minoría afortunada, aunque con escasa preparación para ejercer humanamente la tutela que ejerce sobre esos tres millones de parias. De un lado, pues, la ignominia: del otro, la vergüenza.
Mil estudiantes, en la buena acogida de un ámbito académico preparándose para medrar plácidamente como profesionistas, en tanto que obreros campesino innumerables no leen ni escriben o, si lo pueden, no tienen en donde recibir nociones que han de permitirles cuidar mejor su salud, perfeccionarse en sus oficios disfrutar de un regalo que ofrecen las producciones del ingenio humano, absorber la suma de conocimientos útiles que permitan al trabajadores ser una rueda sencilla más eficaz en el engranaje social.
Un estado que se adjudicó hace tiempo la modalidad política que hace felices a comunidades más civilizadas y no logra amoldarse a ella porque la gran mayoría de sus componentes no está aún madura para esa clase de vida institucional.
Un país riquísimo, potencialmente, y un pueblo pobre, por no saber cómo explotar sus riquezas. Climas de bendición, salutíferos y pobladores enclenques. Tierras feraces hasta el exceso y cosechas y frutos desmedrados. Magnificas disposiciones intelectuales y muy magro saber. Gentes con una tendencia al orden, a la estabilidad y a la armonía casi sobrehumana, y desconcierto en el vivir común, etcétera, etcétera, etcétera.
La revolución se endereza principalmente contra antinomias tan flagrantes. No cabe dudarlo. ¿Cómo y de qué manera llegará la universidad a sumar su concurso en la empresa redentoras? ¿Cómo puede arreglárselas para que, en ejercicio pleno de su autonomía, descargue actividades en el sentido revolucionario y dejando de mano lo consabido, lo trillado, en materia de gestión académica, se consagre primordialmente al tratamiento de los grandes males que afligen a la patria?. Creo que esa colaboración en la terapéutica social puede valerse de, por lo menos cuatro procedimientos iguales, en sus alcances, ventajas, motivos, objetos y complejidades. En primer lugar fertilizando el surco abonando las inteligencias, labrando el suelo en el que ha de echarse la siguiente simiente revolucionaria. En segundo: preparando a los sembradores. En tercero ofreciendo el material de ideas de sistemas y recursos de cualquier clase, necesarios para la propaganda y la difusión. Por último incubando al elemento de vanguardia que, inquieto y descontento con lo que tiene avizora en su inquietud lo difícilmente asequible y que debe ser alcanzado, superado, escarnecido por viejo, y abandonado.
Parecería que la universidad estaba invadiendo territorio de otros al estremecerse en la propagación de la enseñanza rudimentaria entre los analfabetos adultos, porque siempre se piensa en cultura superior cuando se piensa en universidad; pero no hay tal. A pesar de esta colosal compete, en primer lugar, a la secretaría de educación pública, es tan grande el número de los iletrados existente en nuestro país que cualquiera otra institución, estatal o no, que intervenga en su favor tiene campo de acción sobrado, sin invadir jurisdicción ajena.
Dentro de ese campo, la universidad puede cumplir una admirable misión preparatoria, creando por medio de la instrucción, la conciencia cívica, indispensable para la asimilación de cualesquier clase de principios político social, san o no revolucionarios. Tales principios no llegan al alma del pueblo si no tienen por donde entrar. Son letra muerta; son castillos en el aire se quedan mientras la enseñanza no planta el basamento racional, capaz de recibirlos. Un programa ideológico indescifrable para los que deberían ser beneficiados por él no puede realizarse. Imponerlo, a despecho de la incomprensión, es quimérico. Creer que con pregonarlo a los cuatro vientos ya está cumplido, resulta absurdo. Quimera y absurdo hicieron nugatorios los cacareados triunfos de alunas otras conmociones políticas que en nuestro pasado han sido: se luchó, se obtuvo la victoria se entregaron al pueblo desde una especie de Sinaí, los nuevos postulados se creyó que todo estaba hecho. Pero el pueblo elegido, incapaz de incorporarse esos postulados, por falta de comprensión, se quedó en la misma. Tal, por ejemplo, el fracaso del 71: se anunció, con acompañamiento de la más vibrante sinceridad, que el ideal supremo de la revolución eras “enseñanza para todos”, pero como no se puso al elemento receptor en aptitud de secundar el ideal, no pudo hacérsele efectivo y, así, estamos todavía, setenta y tres años después del triunfo con un 65 por ciento de analfabetos y proporción mayor de semianalfabetos que de balde marchaban el 30 de junio, llevando sobre sus espaldas la carga de su ignorancia, mas pesas que la de su fusil.
Debe emprenderse, pues, con todo ahínco, la alfabetización de los iletrados; pero no basta con ella, si por alfabetización se entiende el limitarse a enseñar la lectura y la escritura, y algo tal vez de aritmética. Se ha visto con lamentable certeza que tan reducido saber hace adelantar al hombre un paso en el sentido de su progreso espiritual. Se ha visto también que por lo atiente a la capacidad política, tanto vale un semianalfabeto, conocedor de la primera letras, como un analfabeto puro y simple. La buena enseñanza elemental –y es así como la universidad autónoma se propone impartirla- debe iniciar en la teoría y la práctica del civismo, en la teoría y práctica de la higiene de la nutriología, en la teoría y la práctica de las industrias regionales, en el estudio del ambiente físico y del ambiente humano, en la gramatización de los dialectos indígenas etcétera. Todo esto, como es lógico, administrado en la dosis mínima que únicamente es concebible; pero con la decisión consciente, tenaz y sistemática de que sirva para extraer el analfabeto de su caverna mental y ponerlo en condiciones óptimas de asimilación, a fin de que el propósito revolucionario, el movimiento subversivo, el nuevos tratos, puedan arraigarse en él. O, en otras palabras a fin de que la democracia verdadera tenga dónde encarnar y no se despedace al chocar contra la superficie enteramente refractaria del conglomerado.
El reclutamiento de un ejército de culturizadores es otra de las fases de la colaboración en proyecto. Si comparamos el departamento de extensión universitaria con un sistema arterial encargado de distribuir por todo el organismo de la república la sangre del Alma Mater, podemos asignar a nuestros estudiantes el papel de glóbulos rojos portadores de la vida pensante y estimuladores del recambio ideológico que ha de verificarse hasta en las más apartadas regiones de Guatemala. Puesto que ellos han tenido la buena fortuna de recibir en la aulas universitarias los beneficios de la instrucción hasta su grado óptimo, junto y equitativo es que retrasmitirán a la comunidad de los menos afortunados algo de lo percibido. Es así como se les convierte, de clase privilegiada, en factores activos de la democracia y como se les compele a solidarizarse con los desheredados del saber. Ahora que la juventud ha tenido actuación tan decisiva en la lucha revolucionante no puede quedarse a medio andar; calmando el periodo de la rebeldía, la tragedia y de la demolición debe, alistarse en la obra constructiva que es la verdadera revolución, pronta a todos los sacrificios que eso exija y con más cohesionada disciplina que nunca. De lo contrario se defraudaría a sí misma y defraudaría a todos los que en ella esperan y confían.
Por el intermedio de los estudiantes, en la misión cultural, y de los vecinos bien dispuestos, en las delegaciones permanentes, la universidad se promete hacer que la luz penetre por todos los rincones del país. Poco a poco, con métodos, con paciencia, sin festinaciones. El impulso precipitante ha tenido que llevar violencia y rapidez de acción: lo que ahora falta por hacerse, la labor esencial, será producto del tesón y del tiempo. Pero sus frutos servirán por siempre, viniendo a constituir el legado de esta época crucial que nos tocó vivir, para fortuna nuestras. Ahora, por ejemplo, pide la revolución, en su urgencia de nuevas normas, que se niegue al analfabeto el derecho a votar: mañana se empeñara por que no habiendo más analfabetos no haya tampoco guatemaltecos excluidos del sufragio. Ahora cuida la revolución de que se estabilice el equilibrio social imperante, para que la renovación momentánea tended dónde fijarse: mañana precipitará ella misma la ruptura de ese equilibrio, por ser injusto, e impondrá un nuevo orden económico-social, más humano y más acorde con las corrientes universales. Ahora se da toda importancia al cambio de individuos y de prácticas: mañana se dará la preferencia al cambio de sistemas y de orientaciones. Ahora estamos en lo accesorio: mañana estaremos en lo principal.
En ese escalón culminante de nuestra ascensión hacia mejores tiempos, será en donde la universidad esté llamada a proveer los recursos inmateriales, los planes científicos, los métodos adecuados, las estadísticas fundamentales, los proyectos, la especulaciones, los experimentos, sociológicos y todo lo que requiere una evolución organizada. Sin ella, se procedería a base de empirismo y tanteo: gracias a su ayuda actuará en la forma inteligente, en la forma única, en que las trasformaciones pueden ser realizadas.
En fin, como no es posible no se ha visto nunca que una revolución siente a descansar a la vera del tiempo, convencida de que ya no existe más allá; como progreso de los países y de los conjuntos humanos se opera por acúmulo de fuerzas, lo hacen marchar, tal como esas bombas de impulsión autógena que en la guerra moderna, alimentan su alcance con su propia deflagración: como a toda conquista sucede una inquietud, es necesario también que la universidad de nacimiento y albergue y estímulo a los portadores de esa inquietud y a los descubridores del mañana. Pésima es, como ahora, la universidad que no produce inconformes ni iconoclastas y se contenta con atiborrar de conocimientos los jóvenes cerebros, dejando en la inopia y la vulgaridad el espíritu y la persona social.
Nuestra universidad autónoma, diferente en eso también de su predecesora, tratará de forjar a los revolucionarios del futuro, es decir, a los revolucionarios que un buen día vendrán a declarar caduca e insoportable nuestra gloriosa revolución del 44. Solo así, con toda la audacia que reclaman los tiempos críticos, las situaciones amenazantes, las injusticias denunciadas, podrá la Universidad de San Carlos ufanarse de haber alcanzado para algo, su autonomía. Solo así en estrecho connubio con la revolución que le dio el ser. Podrá decirse que por fin le ha llegado la hora de servir a Guatemala.
La Revolución y la Contrarrevolución vistas desde el grabado político. El caso del Diario de Centro América y del Periódico Adelante.
Este artículo es un primer acercamiento al tema del arte como un vehículo denuncia y concientización política en Guatemala. Versará sobre la producción de grabados y su relación con la creación de una consciencia política revolucionaria dirigido a las masas populares. En esta únicamente se presenta una parte de los grabados a los que se tuvo acceso mediante las publicaciones del Diario de Centro América y el Periódico Adelante entre los años 1951-1954. En donde Se evidencia la influencia de dos grupos artísticos Saker-Ti y Americanista que participaron de una manera abierta durante dicha década.
Es bueno aclarar que los artistas e intelectuales en general, fueron quieres manifestaron el deseo de crear un arte comprometido con los procesos históricos de América y Guatemala, del momento además de sentirse comprometidos con la Revolución del 44 pero fue el gobierno de Jacobo Arbenz quien definió este compromiso por medio del periódico Adelante. Se analiza para este trabajo el caso de los grabados producidos entre 1951-1954.
Infografia sobre la Revolución de Octubre de 1944.
En conmemoración al Día Internacional del Trabajo enviamos un saludo solidario a toda la clase trabajadora de Guatemala.
fotografía: Lorena Miguel Coronado.
Cartel conmemorativo publicado el 30 de abril de 1954 en el Diario de Centro América.
Grabado: Miguel Ángel Vásquez.
Este cartel se convirtió en el último que se publicó durante la época revolucionaria en el mismo se prevé los acontecimientos del golpe de Estado que se concretó en junio de ese año.