LA HISTORIA CONTINUA SU CURSO
La historia nos lleva a conocer situaciones, lugares, personas y espacios qué sino fuera por el trabajo de la historiadora e historiador, sería muy difícil de recorrer. Es por eso que nos propusimos elaborar en este segundo boletín de artículos en qué, se palparan estos estudios, que nos llevan a conocer personas, contextos y situaciones que nos ayudan a interpretar problemas tan antiguos que se hacen palpables en el día a día.
Vivimos en un país en donde la investigación en estudios históricos no son prioridad y en donde se invierte muy poco en educación, los que conformamos el equipo de Historia Guatemala realizamos este esfuerzo para socializar la información que trabajamos y que creemos que pueda ser útil para tal fin. Este esfuerzo los autores principales lo patrocinamos con nuestros fondos. Usted nos ayuda cuando socializa nuestros artículos y los hace llegar a nuestros principales destinatarios: las y los alumnos de Guatemala y todas aquellas personas que buscan conocer la historia del país. Esperamos que los trabajos publicados hoy sirvan para engrandecer el conocimiento sobre Guatemala, la Historia y las Ciencias Sociales.
Dedicamos este boletín a 75 aniversario de la Gloriosa Revolución de Octubre y al 75 aniversario de la Autonomía de nuestra Alma Mater la Universidad de San Carlos de Guatemala.
A nombre del equipo de HistoriaGT
Julio David Menchú
Nueva Guatemala de la Asunción 01 de diciembre de 2019
En el LXXV de la Autonomía universitaria fruto de la Revolución de Octubre.
SECCIÓN INVESTIGACIONES HISTÓRICAS
1. La oralidad, traiciones y leyendas de Guatemala
Carlos René García Escobar
En esta ocasión recordamos a Carlos René García Escobar con un trabajo que nos regaló en XVII Seminario-Taller para profesores en servicio (26/01/11), que organiza anualmente la Escuela de Historia, este taller nos lo facilitó en la Historia, y que en su momento nos invitó a reproducirlo para nuestros estudiantes, el maestro Carlos René falleció el 8 de diciembre de 2018, y aun año de su partida, sirva su publicación como homenaje a su fructífera labor investigativa que engrandeció a la cultura en Guatemala.
Palabras clave: folklore, oralidad, cultura, tradiciones de Guatemala, leyendas, cultura maya, cultura xinka, cultura garífuna, mito.
2. Casaús y las órdenes religiosas en el siglo XIX. La intervención de los primeros liberales
Julio David Roca Quevedo
Julio Roca, estudia el tema referente a la expulsión y restauración de las órdenes religiosas regulares durante el período de 1829 a 1844, este periodo y dicha temática ha sido pocas veces tratado dentro de la historiografía guatemalteca. El trabajo pretende estudiar la forma en que se dieron los hechos entre los liberales y conservadores y que terminarían con las consecuencias antes mencionadas. A lo largo del trabajo se encuentra los estudios usando fuente primaria y bibliografía que ayuda en la explicación de los hechos, además, el artículo aclara ciertos conceptos que son mencionados a lo largo del trabajo y que es de vital importancia entenderlos.
Palabras clave:
Liberales, liberalismo, expulsión de órdenes religiosas, restauración de órdenes religiosas, conservadores.
3. Chicha y aguardiente en Chimaltenango: producción, distribución y consumo, 1821-1824
Víctor Vicente Tobar Popol
El trabajo aborda como la chicha y el aguardiente han sido considerados desde la colonia el origen de problemas sociales como la embriaguez, siendo visto como algo natural en los indígenas y malicioso en los mestizos o mulatos, por ello debía tutelarse a los primeros para no contagiarse de la borrachera maliciosa de los segundos. Aunque la producción y usos de la chicha y aguardiente han variado contextualmente en el transcurso de la historia, estas bebidas se utilizaron desde la colonia y en la época independiente como fuente de recursos económicos para el Estado. Este estudio aborda la importancia para Chimaltenango para la recaudación de rentas por medio del estanco.
Palabras clave:
Aguardiente, chicha, bebidas espirituosas, contrabando, vida cotidiana, historia social, indígenas, mulatos, mestizos, impuestos, rentas, estanco, bebidas alcohólicas
Willian Alfredo Salazar Quemé
Este articulo trabaja el contrabando “en el ramo de aguardiente” qué generó a mediados del siglo XIX, una profunda preocupación del gobierno de la recién fundada República de Guatemala, en la organización y conducción del comercio tanto para la exportación como para el consumo interno. Los cobros de impuestos por las instituciones en las que recaía la administración de los bienes del Estado, El Consulado de Comercio y el Ministerio de Hacienda, eran altos, en los mismos se generaron relaciones de corrupción y a su vez eran insostenibles en el caso de los pequeños comerciantes que pasaban por la crisis derivada de la monopolización del mercado. Este trabajo analiza por medio de leyes, acuerdos y decretos gubernativos, que buscaron el control de este negocio clandestino en contraposición a lo que era aceptado como comercio legal. Algunos casos nunca fueron comprobados más que por suposición, denuncias, decomisos de mercadería o herramientas con la que se fabricaba. Con la transición al período de los segundos liberales, estas prácticas no se erradicaron, sin embargo, fueron transformándose con otros mecanismos, formas y actores en el desarrollo de la producción y distribución del aguardiente.
Palabras clave:
Aguardiente, chicha, bebidas espirituosas, contrabando, vida cotidiana, historia social, impuestos, rentas, estanco.
5. Los inicios del régimen de autonomía de la Universidad de San Carlos de Guatemala
Necely Lorena Miguel Coronado
En este artículo se analiza de manera breve los acontecimientos que llevaron a la declaratoria del régimen de autonomía de la Universidad de San Carlos por parte de la Junta revolucionaria de gobierno el 01 de diciembre de 1944.
Palabras clave:
Universidad de San Carlos de Guatemala, Educación Superior, Autonomía, Junta Revolucionaria de Gobierno, Decreto 12
SECCIÓN DE EDUCACIÓN
1. La historia y las tic´s, una forma de enseñar a las nuevas generaciones
Edwin García Ruiz
Edwin García Ruiz nos presenta un trabajo sobre la enseñanza de la Historia en pleno Siglo XXI es sin duda una odisea, los docentes nos enfrentamos a una serie de obstáculos por parte de nuestros receptores y por ende debemos de innovar en este proceso, sin duda las nuevas tecnologías y las nuevas apps (aplicaciones) son una fuente inagotable de recursos que debemos implementar en el proceso de enseñanza aprendizaje.
Palabras clave: Historia, TIC, Enseñanza, Aprendizaje, Docencia.
SECCIÓN DE TRANSCRIPCIONES
1. Decreto número 744 de MANUEL ESTRADA CABRERA, sobre el “Día de Gracias” en Guatemala.
3. Decreto 1 de la Junta Revolucionaria de Gobierno sobre la disolución de la Asamblea Legislativa.
4. Acta 39 del Consejo Superior Universitario inaugurando la Autonomía de la Universidad de San Carlos de Guatemala, por medio del Decreto 12 de la Junta Revolucionaria de Gobierno.
6. Decreto 12 de la Junta Revolucionaria de Gobierno “Autonomía de la Universidad de San Carlos”
3. Se invita a usar el #HistoriaGt para viralizar los memes.
Borrar la memoria y la historia:
el caso de la Fundación de la República de Guatemala
En Guatemala no se conmemora la Fundación de la República de Guatemala, hecho acaecido el 21 de marzo de 1847. De igual manera, la mayoría de guatemaltecos ignora que el primer presidente de la República de Guatemala fue Rafael Carrera.
Antecedentes
El 22 de noviembre de 1824 quedó constituida la República Federal de Centroamérica. Esta estaba formada por Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Juntas formaban un estado federado, con un presidente y un congreso federal, mientras que cada una conservaba un estado con su propio jefe o presidente de Estado. El último presidente federal fue el hondureño Francisco Morazán, en tiempos en que el Jefe del Estado de Guatemala era Mariano Gálvez. El intento por mantener unidad a Centroamérica en un estado federal no fructificó, pues no duró ni siquiera dos décadas. Como bien lo apunta Regina Wagner, “El fin de la Federación empezó cuando cayó el gobierno liberal del doctor Mariano Gálvez el 1º. De febrero de 1838” (WAGNER, 2009, p.10).
Luego de la caída de Mariano Gálvez, se produjo un efecto dominó con la separación progresiva de cada uno de los estados federados:
Nicaragua se separó el 30 de abril de 1838, Honduras lo hizo el 28 de octubre de 1838 y Costa Rica, el 14 de noviembre del mismo año. El 1 de febrero de 1839 la Federación Centroamericana quedó disuelta oficialmente. El Salvador no aprobó la separación sino hasta 1841. Literalmente el único Estado sobreviviente de la federación era Guatemala.
Cuando Rafael Carrera asumió la presidencia del estado de Guatemala, en 1844 existían las condiciones para crear la República de Guatemala, ya que, ante la disolución de la República Federal, y ante las pocas probabilidades de revivirla, no había más opción que establecer dicha república. Igualmente había presiones externas para tal fundación. Tanto el cónsul general de la Gran Bretaña en Centroamérica, Frederick Chatfield, como Rudolph Klee, cónsul general para Centroamérica de las Ciudades hanséaticas de Bremen y Hamburgo, y los reinos de Hannover y Prusia, presionaron para que Guatemala se constituyera como Estado independiente.
La Fundación de la República de Guatemala
El 21 de marzo de 1847, el entonces Presidente del Estado de Guatemala, Rafael Carrera, firmó el decreto Número 15, con el que se fundó la República de Guatemala. Un hecho tan relevante en la vida política de un país debería al menos ser recordado. En nuestro país, y a partir del arribo de los gobiernos liberales en 1871, y cuyo poder se extendió hasta 1944, ocurrió todo lo contrario. Los gobiernos liberales y sus intelectuales diseñaron una estrategia para borrar de la memoria aquel hecho ocurrido el 21 de marzo de 1847. Y al parecer la estrategia funcionó perfectamente.
En su proyecto de nación, los liberales consideraban que eran ellos los llamados a llevar a Guatemala a la modernidad, al mundo civilizado. En su proyecto modernizante ocupaba un lugar determinante romper con el modelo que los precedió, es decir con el llamado “Régimen Conservador” (1838 a 1871). Ideólogos liberales como el Doctor Lorenzo Montúfar platearon esa dicotomía conservador-liberal, en la que ser conservador era ser retrógrado, atrasado, mientras que ser liberal era ser moderno, civilizado. A propósito Víctor Hugo Acuña en su trabajo “La historiografía liberal centroamericana: la obra de Lorenzo Montúfar (1823-1898)” señala lo siguiente:
Desde la Independencia, –dice Montúfar– los dos partidos políticos en que ha estado dividido el país, han tenido diferentes denominaciones. Un partido se llamaba servil o moderado, y otro liberal o fiebre. Los serviles no han insistido en Centro-América, como en otros países en que se les llame moderados. Probablemente, ellos comprenden que la historia de Centro-América es un argumento terrible contra tal moderación. Quieren que se les llame conservadores. No en todos los periodos de nuestra historia han podido tener esa denominación. Pudo llamárseles conservadores cuando querían conservar el régimen español y el imperio mexicano; pero no podían llamarse conservadores sino retrógrados y reaccionarios cuando querían destruir la nación y las leyes liberales. Desde el 13 de abril de 1839, los serviles pudieron volverse a llamar conservadores porque se proponían conservar el solio ensangrentado de Rafael Carrera. (Lorenzo Montúfar, citado por Acuña, 2006).
Fueron los liberales los encargados de crear el imaginario de nación más exitoso que ha habido en Guatemala. Parte de su éxito fue borrar de la memoria y de la historia al período que consideraban como edad oscura de Guatemala. Si los liberales eran los paladines de la modernidad, era porque habían derrotado al lastre conservador. Y su victoria no fue solo con las armas. La toma de la ciudad de Guatemala, y del poder político aquel 30 de junio de 1871, cuando derrotaron al último gobierno conservador, el de Vicente Cerna, vino acompañada de los esfuerzos por desterrar para siempre al período que ellos mismos bautizaron como Dictadura Conservadora.
“El discurso historiográfico desarrollado a partir de 1871 estuvo vinculado a la construcción del Estado nacional, por lo que la historia y su utilización política pasaron a ocupar un lugar privilegiado.” (Valladares, 1994:105)
En ese orden de ideas, los autodenominados liberales, decidieron que en su proyecto de nación tendría más sentido la conmemoración de hechos como la Independencia de Centroamérica del 15 de septiembre de 1821, que el de la Fundación de la República de Guatemala. Estas ideas se trasladaron a la historiografía y a los libros de texto de la época, como el del ya citado Lorenzo Montúfar, “Reseña Histórica de Centro América (1878) o el “Curso de historia de la América Central, desde tiempos primitivos hasta 1914 (José Antonio Villacorta, 1915).
Con el advenimiento del Centenario de la Independencia de Centroamérica, celebrado el 15 de septiembre de 1921, los gobiernos liberales y sus intelectuales le pusieron la guinda al pastel de la conmemoración de este hecho, y a la vez del destierro de la fecha del 21 de marzo de 1847. Ni los gobiernos, ni los docentes, ni los escolares supieron más de la Fundación de la República de Guatemala, ni de su primer presidente, Rafael Carrera. En su lugar se vino, como hasta la fecha, todas esas manifestaciones “cívicas” en torno a la conmemoración de la independencia, como los desfiles escolares, los altares cívicos, y un poco más adelante las antorchas.
Igual suerte corrió la figura de Rafael Carrera, borrada de la historia oficial. En todo el país solo un paso a desnivel, en la ciudad capital, se inauguró con su nombre. En el imaginario sobre Rafael Carrera mucha gente se limita a repetir que era analfabeta y un ignorante que no podía ni escribir su nombre. En su lugar los gobiernos liberales de la primera mitad del siglo XX elevaron a Justo Rufino Barrios a la categoría de “El Reformador de Guatemala”. En su nombre de erigieron estatuas, bustos y demás. Escuelas públicas, colegios, colonias y calzadas fueron bautizadas igualmente con su nombre. Su rostro se estampó en el billete de cinco Quetzales. No hay un personaje laico que haya sido más reproducido en esculturas que él.
Por supuesto que en este artículo no pretendemos hacer una apología sobre la figura de Rafael Carrera. Sin embargo sí es importante que, como docentes, podamos explicar cómo es que la historia puede contribuir a exaltar a determinado personaje, y también a desprestigiar e incluso anular lo actuado por ciertos personajes. La historia puede ser utilizada para manipular. Justamente una evidencia palpable de ello es que hoy, tanto la Fundación de la República de Guatemala, como su primer presidente, Rafael Carrera, han sido borrados de la historia y de la memoria.
imagenes cortesía del Museo Nacional de Historia tomadas de Wikipedia.
Bibliografía:
Acuña, Víctor Hugo. La historiografía liberal centroamericana: la obra de Lorenzo Montúfar (1823-1898). Medellín. Revista Historia y Sociedad No.12. 2006
Valladares, Mayra. La enseñanza de la historia y la formación cívica en el sistema educativo formal en Guatemala (1871-1944). Guatemala. Instituto de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Arqueológicas, Escuela de Historia, USAC. Revista Estudios No. 22 1994.
Wagner, Regina. La Independencia y la Fundación de la República de Guatemala en 1847. Revista Momento, Asociación de Investigación y Estudios Sociales. Año 24. No. 5. 2009.
¿Qué fue de Tecum?
Salvador Montúfar
Profesor de Historia
¿Qué fue de Tecum?
Si existe algún personaje polémico en la historia de lo que actualmente ocupa el territorio de Guatemala, ese es Tecum (Umam). Desde que fuera ascendido a la categoría de héroe nacional por decreto legislativo 1344 del 22 de marzo de 1960, hasta no hace mucho tiempo, Tecum fue el protagonista estelar de los libros de texto, de los actos cívicos y de las representaciones teatrales escolares en todo el país. Para recordar su nombre se erigieron imponente imágenes, como la escultura de Roberto González Goyri, que en su momento ocupó un lugar prominente en la finca La Aurora, o el monumento escupido por Rodolfo Galeotti Torres, ubicado en Quetzaltenango. De igual manera se quiso exaltar el nombre de Tecum de diversas maneras, como cuando el Banco de Guatemala (1971) emitió los billetes de cincuenta centavos, con su efigie, o cuando el mismo Nobel de literatura escribió aquel célebre poema cuyos primeros versos son recordados por muchos guatemaltecos:
Tecún-Umán, el de las torres verdes,
el de las altas torres verdes, verdes,
el de las torres verdes, verdes, verdes,
y en fila india indios, indios, indios
incontables como cien mil zompopos:
(Fragmento del poema de Miguel Ángel Asturias, Tecún Umán)
En las décadas de 1970 y 1980 era frecuente que cientos de escolares se hicieran presentes frente al monumento de Tecum Umam, ubicado en la finca La Aurora, para rendirle honores en su día, el 20 de febrero. Hoy, como es notorio, el monumento en mención está en franco deterioro y abandono, y virtualmente invisible por la construcción del paso a desnivel que curiosamente lleva su nombre.
Lejos quedaron los días cuando el propio ejército nacional proclamó a los cuatro vientos que el primer líder militar que defendió a Guatemala había sido Tecum Umam.
Henchidas de nacionalismo, hasta las propias élites del país se enorgullecían de tener como héroe nacional a Tecum Umam. ¿Y por qué no? Era el héroe indígena perfecto: el ingenuo, el poco inteligente, el derrotado… Y es que eso de pensar que matar al caballo, era lo mismo que matar jinete… Un héroe indígena vencido era más conveniente que un líder indígena en rebelión permanente, como fue el caso del gobernante kaqchikel Kaji’ Imox, quien se alzó con sus huestes durante toda una década (1527-1540) en contra de la dominación española.
En ese imaginario criollista, tan profundamente arraigado en nuestro país, y a tono con el culto al “indio muerto”, contar con un héroe vencido, como Tecum Umam, resultó muy cómodo. Es la misma idea que se trasluce en el hecho de “sentirse orgullosos por nuestro pasado maya (Tikal, etc. )”, mientras que a la vez se manifiesta un actitud racista y discriminadora frente a los mayas contemporáneos.
Una comisión de notables, integrados por la Honorable Sociedad de Geografía e Historia, y a petición del Comité Pro Exaltación del Héroe Tecún Umán y del propio Congreso de la República, rindió dictamen favorable con respecto a la idoneidad de Tecum Umam, como el paladín del Ejército de la República. Nadie pensó en Kaji’ Imox, como el héroe nacional, dado que era preferible un héroe indígena vencido, que un ejemplo de lucha y rebelión. Al mismo tiempo, instituir a Tecum Umam como héroe nacional, legitimaba, según la perspectiva criollista, a su verdadero héroe. Pedro de Alvarado, el vencedor.
Y a pesar de todo la leyenda persiste. Desde 1960 no ha habido ninguna generación de escolares que no haya sido cautivada por aquella escena épica en la que Tecum Umam, oh egregio héroe nacional, se enfrentara al mismísimo Pedro de Alvarado y cayera en combate. La visualización del quetzal revoloteando el cadáver de Tecum Umam y posándose en él, para luego teñir de rojo su pecho forma parte de ese imaginario.
Desde hace unas tres décadas, muchos historiadores han venido cuestionando la historicidad de Tecum Umam. Incluso hay quienes han llegado a negar rotundamente su existencia, como el caso del investigador Guillermo Paz Cárcamo, en cuyo libro “La máscara de Tekum”, se explica que en esencia, Tecúm Uman, “es un personaje que históricamente nunca existió”. (Paz Cárcamo, 2006:95). Paz Cárcamo explica que probablemente la invención del personaje Tecum Umam se debió a la creación del Baile de la conquista.
Las narraciones fantásticas delas crónicas indígenas sobre el personaje de Tecum también han contribuido a cuestionar la historicidad de este personaje:
Igualmente ha llamado la atención de los historiadores el hecho de que Pedro de Alvarado, en su carta de Relación, dirigida a Hernán Cortés, y fechada el 11 de abril de 1524, solo se limitara a hacer una mención marginal con respecto a Tecum:
[…]y después que me rehice con los de caballo, do vuelta sobre ellos, y aquí se hizo un alcance y castigo muy grande, en esta murió uno de los cuatro Señores de esta Ciudad de Vilatan, que venía por Capitán General de toda la tierra[…] (http://pueblosoriginarios.com/textos/alvarado/abril_11.html)
Uno de los objetivos de esta carta de relación era, en esencia, exponer las dificultades que encontró Pedro de Alvarado al dirigir las compañas de “conquista” contra los señoríos del actual altiplano guatemalteco, específicamente contra el reino kíche’. Paralelamente Alvarado quería dejar plasmados sus logros militares, y lo bien que había hecho el trabajo encomendado por Cortés, ya que al hacerlo, podía garantizarse futuros privilegios, como tierras, mano de obra indígena, riqueza y poder. Llama la atención de que a pesar de ello, Alvarado en ningún momento narrara combate alguno sostenido cuerpo a cuerpo contra ningún guerrero k’iche’. Es de suponer que de haberse producido el legendario combate, Alvarado no hubiera desaprovechado la oportunidad de llenarse de gloria al relatar un episodio tan brillante y tan conveniente para sus intereses.
Por su parte, Ruud van Akkeren, en su libro “La visión indígena de la conquista”, y luego de un concienzudo análisis de fuentes de la época, como el Título K’oyoi” y el “Título de la Casa Ixquín-Nehabib, Señora del Territorio de Otzoyá y el Título de Totonicapán, entre otros, afirma que sí existió un capitán k’iche’ llamado simplemente Tecum (pero no Umam), ya que este último sería una corrupción de una frase en la que se menciona a “tecum umam rey k’iche´don K’iq’ab’, o sea Tecum nieto del rey k’iche´don K’iq’ab’, como lo encontramos en el Título K’oyoi”. (Van Akkeren 2007:71).
Como dice Ruud van Akkeren, hay que tomar en cuenta que la fuente histórica más cercana en el tiempo a los hechos acaecidos en torno a las batallas entre kíches y castellanos, en febrero de 1524, es justamente esta Carta de Relación de Alvarado. Las crónicas indígenas que se refieren a estos sucesos son muy posteriores; y es que estas crónicas indígenas de mediados del siglo XVI, y específicamente, el Título K’oyoi fueron los primeros documentos que pudieron servir a la construcción de la leyenda. Estas primeras versiones fueron recogidas por obras posteriores, como la Recordación Florida, de Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán. Posteriormente otros autores la siguieron registrando en sus obras, como Domingo Juarros y José Milla. Así sucesivamente el relato llegó a los libros de texto de primaria y básicos del siglo XX, como también lo afirma Van Akkeren.
Durante la décadas de 1970 y 1980 fueron célebres los libros de texto de primaria, como los de Oscar de León Palacios, y de secundaria, como los de Esther de Castañeda, que pintaban la leyenda de Tecum Uman, como un hecho histórico.
Parece que, paralelamente a la retirada de circulación del billete de cincuenta centavos, y su sustitución por la moneda del mismo valor en 1998, y al hecho de que la crítica sobre la historicidad de Tecum, se ha venido desdibujando el rol que tuvo en su momento este personaje en el imaginario criollista de nación. Mientras tanto, los docentes, en general, se decantan por dos posturas:
1) Ignorar al personaje.
2) Continuar con la leyenda.
En HISTORIAGT, consideramos que hay que proponer una tercera vía, es decir, ubicar al personaje Tecum, en su contexto histórico, a la vez de criticar el modelo criollista que creó al héroe nacional. Igualmente es importante rescatar el rol que históricamente desempeñaron otros líderes indígenas, como Kaji’ Imox, héroe de la resistencia kaqchikel frente a la dominación hispana.
En síntesis:
1) Tecum fue un personaje histórico, y fue efectivamente un capitán del ejército k’che’, que enfrentó a las huestes de Pedro de Alvarado en febrero de 1524.
2) La ortografía correcta del nombre del personaje estudiado, de acuerdo con las crónicas indígenas del siglo XVI es Tecum, y no Tecún. El “Umam” es un agregado erróneo, por lo que el nombre del capitán k’iché debería ser registrado simplemente como Tecum.
3) Es muy probable que Tecum haya sido justamente el capitán k’iche’ que murió en combate, según lo relata Alvarado.
4) El combate cuerpo a cuerpo entre Tecum y Pedro de Alvarado no fue relatado por este, pero sí por ciertas crónicas indígenas. La leyenda parte de estas crónicas, específicamente del Título k’oyoi.
5) Si la idea es recuperar la memoria de la resistencia de los pueblos originarios ante la invasión española, existen otros ejemplos, como el de kaji’ Imox.
Bibliografía General
· Paz Cárcamo. La máscara de Tekum. Guatemala: Editorial Cholsamaj, 2006
· Van Akkeren, Ruud. La visión indígena de la conquista. Guatemala: Serviprensa, 2007.
· Flores, a. Rafael. El título de la casa Ixquin-Nehaib, un documento maya colonial, en Diacronías, Revista de divulgación histórica #14, México, 2015.